Precursora del feminismo y defensora de la oralidad como rasgo de identidad de los pueblos postcoloniales, con más de 60 títulos entre novelas, relatos, obras de teatro, ensayos y antologías, Condé consagró su trayectoria literaria e intelectual, «a una cierta revisión de la Historia».

Nacida en 1937 en Pointe-à-Pitre, en la caribeña isla de Guadalupe y de nacionalidad y formación francesa, se mudó a París con 16 años. Se doctoró en la Sorbona y residió muchos años en EE UU, y fue profesora en varios países africanos y en la universidades estadounidenses de Berkeley, Harvard y Columbia.

En una treintena de novelas trató asuntos de calado histórico como la esclavitud, el colonialismo y post-colonialismo en África, revisando literariamente episodios como el juicio de las brujas de Salem. Con una mirada feminista, combinó hechos ciertos con ficciones, las más detallada realidad con la magia, los asuntos raciales con el cosmopolitismo.

Condé que llevaba años con una salud muy delicada, fue a la vez una escritora africana y caribeña, europea por formación y profundamente americana por raíces y adopción. Todo ello simboliza la universalización de la cultura a partir de lo local en su sentido más estricto.

La autora de obras como ‘Segu’, ‘Travesía del manglar’, ‘La deseada’ o ‘Yo, Tituba, la bruja de Salem’, encarnó como pocos un mestizaje que deja huella en la literatura del siglo XX y que sí fue premiado por la Academia sueca a lo largo en las figuras de V. S. Naipaul y, aunque sean casos diferentes, Jean-Marie Gustave Le Clézio.

Autora también de obras de teatro y ensayos, Condé fue investida en 2022 doctora ‘honoris causa’ por la Universidad de Murcia. «En mi obra se advierte la presencia de otra lengua además del francés, la criolla, que se forjó en las plantaciones de caña de azúcar en Guadalupe, de donde provengo. Siendo niña, mis padres, víctimas de la propaganda colonial, me prohibieron hablarla con el pretexto de que eso dañaría mi buena elocución en francés», recordó en la investidura la autora antillana.

«Subrayo otra anécdota que oí en repetidas ocasiones durante toda mi infancia. Cuando mi madre entraba con mi padre en un restaurante de los Campos Elíseos de cocina reputada y buscaba una mesa, los clientes descontentos se quejaban en voz alta: ‘¡Parece que ya no estamos en nuestro país, los vemos por todas partes!’. ‘Sí, replicó mi madre con arrogancia, van incluso a la universidad’», recordó Condé en su intervención en la Universidad de Murcia.